sábado, 24 de marzo de 2018

El plan – Capitulo 10º


Alguien debía haberse enterado de su truco y posiblemente vendido la información a otra parte, o tal vez un rival interno dentro del mismo partido. ¿Quién mas habría sido tan interesado en destruir al candidato?
Pero, ¿Quién podría haber sido? Solo su amigo sabía que iba a enviar un mensaje al gobernador, pero él confiaba en él, nunca haría una cosa así. Sin embargo no había manera de que le gobernador pudiera averiguar quien había sido el que había enviado el mensaje. Él se había encargado de hacerlo desde un lugar público, para evitar ser rastreado. Y lo había hecho desde una cuenta de correo electrónico gratuita que solo la había abierto para ese fin y la había cancelado de inmediato.
John debía estar tranquilo, no habría forma de que el candidato llegara a él. Y aquella mujer que compartió con él esa noche ya no existía. Decidió ir a dar un paseo, para aclarar sus ideas. Tenía que seguir con su plan, él le había hecho pasar por situaciones tan controversiales pero que ahora había de recoger la fruta.
Camino por los alrededores un rato, se fue a un parque, se quedo mirando el atardecer, y finalmente volvió a casa. Pero cuando llego la puerta principal del edificio vio algo que no le gustaba en absoluto.
Había un coche aparcado junto a la puerta, con dos hombres sentados en los asientos delanteros. A John le olía mal y sabia que no estaban allí solo por casualidad. Evidentemente, había sido descubierto y si lo encontraba era hombre muerto. El gobernador ya le había advertido: “Te puedo encontrar el cualquier lugar del mundo, nunca serás capaz de esconderte de mí. “Tenía que desaparecer, literalmente, de la tierra. Él tenía una gran cantidad de dinero disponible, podía recurrir a la cirugía estética para cambiar su apariencia. Pero para esos tendría que confiar en otra persona y en ese momento no podía confiar en nadie.
¿Cómo podía salir con vida de esa situación por lo que ser capaz de contar la historia más adelante? La solución estaba en su mente, solo que él lucharía contra ella hasta el último minuto tratando de encontrar un opción alternativa. Pero no había ninguna.
Era su única opción, pero el costo era demasiado grande. En su mente volvió una única vía de escape. “las galletas”. Con ellas se convertiría en otra persona y John Brisbaine solo permanecería en su memoria y de aquellas personas que lo conocieron. Él dejaría de existir y podría empezar una nueva vida. Siguió pensando en ello durante unos minutos más, tratando de analizar que otras posibilidades tenia, pero no tenía otra oportunidad.
En alguna ocasión el se había tenido de ocultar. Algunos narcotraficantes le habían reclamando venganza porque él los había enviado a la cárcel. Y eso le había obligado a desaparecer por un tiempo, hasta que las cosas se calmases. Pero era solo cuestión de cambiar de ciudad, con eso tenía suficiente. Esos picaros no tenían demasiados recursos para ni siquiera seguirlo y de hecho ni siquiera podían sobrevivir más de algunos días debido a que siempre los acababan acribillando a balazos por alguna banda rival.
Pero esta vez, el tipo parecía mucho más poderoso y no tenía nada que perder, porque ya lo había perdido todo. Así que era como una bestia herida, mucho más feroz que si fuese sana. Tenía que ir a por las galletas, pero él las había tirado a la basura. “! Maldita sea!” pensó.
Pero era mejor en este caso. Si aun estaban en su apartamento él nunca sería capaz de entrar en él. Tenía solo que esperar a que el portero le pudiera llevar por la puerta auxiliar del edificio que estaba en un callejón. Y entonces tendría un montón de tiempo hasta que ellos se fueran por la noche.
Dio la vuelta por la calle lateral y se dirigió a la esquina del callejón que pasaba detrás del edificio. Levanto la vista para ver si había alguien, pero no, había otro coche aparcado allí, también con dos chicos sentados en el asiento delantero.  Era obvio que no le iban a dejar entrar por la puerta de atrás con tanta facilidad. Esto hacia las cosas más complicadas.
Se quedo mirando. El callejón no tenía casi movimiento, las únicas puertas que había eran las puertas traseras de los edificios en la misma manzana de su apartamento.
Con las primeras luces de la noche apareció el portero a sacar la basura. Incluso se veía que arrastraba con dificultad la pesada caja con las cosas de esclavitud. Había también otro porteros que hacían lo mismo y pronto el callejón se lleno de cajas de basura en las aceras.
Él no tenía mucho tiempo. El camión iba a pasar de una o dos horas. Pero ¿Cómo iba hacer para buscar entre la basura lo que estaba necesitando sin ser reconocido por los chicos del coche?
De golpe vio a un hombre vestido con trapos entrar en el callejón. Y detrás de él otro, y otro más. Eran personas indigentes que aprovechan ese momento para buscar entre la basura cosas que podrían ser dignas para ellos. ¿Qué pasaría si alguno viera las galletas y quisiera comerlas? Ya se imaginaba convirtiéndolos en mujeres y buscando desesperadamente sexo. Bueno, fue precisamente lo que le pasaría a él, pero no podía dejar que se le fuera de las manos. Por otro lado, era una elección para pasar desapercibido.
Sin pensar demasiado en ello, se quito la camisa y arranco de ella parte de las mangas y también de los bolsillos. Hizo lo mismo con sus pantalones. Y con un poco de barro de la calle, se “pinto” la cara para camuflarse como uno de ellos.
Entro en el callejón y fue directamente a la basura junto a la puerta de su edificio, por suerte los otros se habían repartido entre los otros lugares. Él encontró la caja con las cosas de servidumbre de inmediato, pero había demasiadas cosas y no podía con todo, ya que se darían cuenta que allí había ropa de mujer. Rebusco en su interior hasta que encontró las galletas, que por suerte estaban intactas. Suspiro con alivio.
Las puso en la bolsa con la ropa de mujer y pensó: “Creo que voy a necesitar por lo menos algunas cosas de esta caja”. Y sin dudarlo arranco la cinta de embalaje y la abrió. No le importaba demasiado si los chicos de los camiones encontraran el resto. “Mejor para ellos!”.  Pensó mientras hurgaba en busca de algunos artículos que sabía que le podía ser útil hasta poder comprar más. Él lo puso en la bolsa con la ropa y las galletas y se fue de allí. Cuando paso junto al coche, vio que los hombres estaban demasiado ocupados comiendo pizza y ni siquiera se habían dado cuenta de su presencia. Él pasaba, llego a la esquina y se dio la vuelta en dirección opuesto a su casa.
Camino por las calles laterales tratando de ser viso por lo menos posible. Y por fin llego al parque. Necesitaba encontrar un lugar donde sentarse a pensar en sus primeros pasos. Dio la vuelta hasta encontrar un banco en un lugar apartado y se sentó allí, colocando la bolsa a su lado.
Tenía que pensar ahora en su plan de escape. Estaba completamente decidido a comerse las galletas, pero no solo dos, que sería transformarlo por un día y en la misma mujer que el ex candidato había conocido y que sin duda iría a buscarlo. Él comería todas y seria una mujer para siempre, y no iba a dejar ningún rastro. No tenía otra opción, o era una mujer o seria un cadáver.
Sin embargo, él sabía las consecuencias. Si con solo dos estaba a punto de perder el control con doce que no tenía ningún control en absoluto. Pero confiaba en su fuerza de voluntad y su instinto de sobrevivir. Además, él ya conocía las sensaciones de antes y también lo que debía hacer para dominarlas.
Y sabia que hacer con todo el dinero obtenido. Cumplirá su más preciado sueño, se compraría una isla griega y se iría a vivir allí como un rey. Bueno, como una reina de hecho. No era exactamente como lo había esperado para disfrutar de su sueño, pero no tenía otra opción y después de todo valía la pena. “no me importa en absoluto si puedo retozar en la arena bajo el sol y mirando el mar azul de todas las tardes que me quedan de mi vida”.  Pensó.
Pero las cosas no iban a ser tan fáciles. Además de comerlas y su mente estar invadida por el deseo carnal que tenía que pensar en la manera de hacer la compra, asegurar su nueva identidad, su salida del país y su vuelo sin problemas hacia la isla.
Él necesitaría un lugar donde pasar al menos algunas noches antes de tener todo lo que necesitaba. Pensó en recurrir a alguno de sus amigos más cercanos, pero descarto la idea. Ellos posiblemente también estaban siendo vigilados. Y algunos de ellos podrían incluso ser capaces de venderlo.
No podía seguir siendo John durante mucho más tiempo, tenía que transformarse en la mayor brevedad posible. Pero tenía que asegurar seguir su plan una vez transformado.
¿Dónde puedo ir?”, de pronto, como otras tantas veces, se le encendió una bombilla en su cabeza. “ya sé donde ir”
Y sin pensar demasiado en ello, abrió las galletas y se comió las doce, una tras otra, que casi se atraganta con ellas.

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