John se despertó después del
mediodía con un terrible dolor de cabeza. Todavía tenía su cuerpo de mujer y
cada centímetro de su cuerpo le dolía con un tremendo dolor, porque cada
centímetro de su cuerpo había sido abusado por el grupo de sádico que habían
“asistido” la noche anterior.
Después de beber tres tazas de
café, decidió comprobar si el esfuerzo y el sufrimiento que soporto tuvieron
fruto. Él tomo la cámara y la conecto a su ordenador. Empezó a tocar la
película. Mirándose a si mismo sentado, o mejor dicho, a si misma sentada, con
las manos esposadas a la espalda y una mordaza de color negro brillante en su
boca. Detuvo la película al sentir un ligero cosquilleo.
“Creo que no voy a ser capaz de
mantener esto. “. El dijo a sí mismo y su voz suave y penetrante le
provoco un nuevo…., así que no podía ser una erección, en este caso, pero de
todos modos él comenzó a sentir algo. Esta vez corrió un grave riesgo. Si la
gran pulsación que sentía lo empujaba a comer una sola galleta perdería el
control por completo. Tenía que evitar a toda costa comer otra. Tal vez después
de que los efectos desaparecieran del todo volvería a la normalidad y no
tendría esa inclinación sexual que se oponía a la virilidad masculina.
Opto por centrarse en la
película. Pero más en los rostros de sus agresores que en su propio cuerpo como
reina del porno. Las imágenes mostraban un crudo realismo de terribles
tormentos que sufrió esa noche. Algunas de las perversiones no eran solo horribles,
sino también repugnantes. Pero John, en vez de pensar fríamente en la búsqueda
de su candidato o estar disgustado por la terrible situación, comenzó a
excitarse de nuevo. Y sin darse cuenta que ya tenía en sus manos en su
entrepierna, bajo los pantalones que cubrían lo que ahora eran los genitales
femeninos.
Y mirando instintivamente la
convexidad se encontró la concavidad y comenzó a explorar con sus dedos. Pasaron por su mente unos pensamientos mixtos.
Por un lado estaban los que estaba acostumbrado a sentir como un hombre
acariciando el interior de la vagina de una mujer, mojada y resbaladizo, pero
por otro lado las sensación de ser una
mujer explorando ella misma. Era una nuevas sensaciones, y muy explosivas.
Ahora ya no estaba viendo la película
y seguía frotándose las entrañas del coño una y otra vez, la boca se le hacía
agua. Cogió su teta derecha con la otra
mano y comenzó a acariciarla. Y entonces los sentimientos cruzados de hombre y
de mujer comenzó a invadirlo. Siguió frotándose con las dos manos, con más
frenesí hasta que sintió por fin un orgasmo que explotaba desde dentro. Fue la
tormenta más intensa de placer que jamás había sentido en toda sus vida.
Recordaba haber leído cuando era
un adolescente una historia cogida de la mitología griega que hablaba de
Tiresias, que había sido hombre y mujer y que había experimentado el sexo en
ambos géneros. A las preguntas de los dioses en lo que había experimentado el
mejor placer él respondió que con ninguna duda era cuando estaba siendo una mujer.
Pero ya era demasiado vergonzoso para John que había dado cuenta que Tiresias
estaba en lo cierto. O por lo menos, era así.
Sin embargo, el orgasmo que le venía
a su mente. y entonces decidió regresar a la película, rebobinando de nuevo las
últimas imágenes que recordaba haber visto con claridad, así que continuo,
mirando y emocionándose hasta correrse y luego viendo de nuevo, “Tarde
o temprano me cansare de estoy y seré capaz de verlo por más tiempo”, pensó.
Pero la teoría que se podía aplicar a un hombre no era tan adecuada para una
mujer. Todavía no podía creer que era él
mismo el de la película estaba allí siendo humillada por cada persona que
pasaba al lado, incluyendo algunas mujeres. Lo que había visto era peor que
cualquier escena de una película porno que nunca había visto con su reproductor
de video hasta entonces.
Se paso el resto de la tarde
hasta la noche jugando con el video viendo y rebobinando sin ser capaz de
concentrarse durante más de treinta segundo consecutivos en las búsquedas de
candidatos. Después de varias horas agotadoras y más de quince orgasmos, aun no
había visto más de treinta minutos de película. Se detuvo de la búsqueda, y
casi tan cansado como la noche anterior, el se durmió en su cama.
Cuando se despertó era ya de noche
y podía chequear con gran alivio que volvía a tener su cuerpo de masculino de
vuelta.
“Holaaaaa”, dijo él,
encontrando su voz de sapo que ya había vuelto.
Miro el reloj. Eran las once en
punto. Habían pasado más de veinte horas desde que se había comido la segunda
galleta y el efecto ya se había ido. Pero al pasar por delante se dio cuenta de
que sus atributos femeninos no estaban allí los resultado de la noche anterior sí
que estaba. Su entrepierna y el ano aun le dolían. Y mirándose en el espejo podía
ver algunas de las marcas dejadas por sus agresores en la cara y en el cuerpo
que todavía estaban presentes.
El todavía tenía que comprobar si
su mente se había recuperado. Se sentó en el sofá y miro una película porno en
su reproductor de video. Se alegro de darse cuenta de que todavía tenía su
deseo masculino como antes del cambio. Pero ahora que veía la película y las
acciones representadas en ella estaban a punto de reír a carcajadas. Las
imágenes no estaban ni siquiera cerca de su experiencia real. Era como ver una
película de dibujos animados para niños.
Al día siguiente, después de un
sueño relajante decidió ver la película de nuevo y esta vez, sin el efecto de
las galletas, podría centrarse en su meta y en el medio de la balacera que
encontrar lo que estaba buscando. Con sus grandes habilidades para memorizar
los rostros, gracias a la experiencia de ser detective, podía reconocer algunas
de las personas de la película, y alguna muy valiosa.
Miro la escena una y otra vez,
arranco algunas fotos con la primera toma de la cara del hombre, de edad madura
cuando estaba golpeando la cara de la mujer con el éxtasis. Solo en caso de que
lo comparara con la foto de los demás buscando por Internet para asegurarse de
que tenía razón, que era la misma persona sin ninguna duda.
Imprimió las imágenes y las puso
en un sobre para enviarlas a ese hombre.
Un par de días más tarde, un
importante diputado que tenia las ideas muy conservadoras y puritanas recibió
el sobre que contenía las imágenes en un disco, un Cd con todas las imágenes en
movimiento, incluyendo audio. Las imágenes lo dejo helado, ya que no recordaba
mucho de la noche debido a la emoción. Pero era él, sin duda, rodeado por un
grupo de hombres que abusaban de una prostituta atada a una pared realizando
actos que podían ser realizados únicamente por el marqués de Sade enloquecido
por su libido.
Seguramente había cometido
terribles degeneración en su vida, pero esta ganaba el primer premio. Se
cualquier de esos materiales se hiciera público su carrera política habría
terminado, tanto como sus aspiraciones políticas, su familia, sus amigos, su
vida, de hecho, él solo podía soportar ver los primeros segundos del video. Al
observar que el hombre primero se sonrojo, luego se puso pálido y finalmente cayó
del sillón sin fuerzas para levantarse, lleno de sudor y respirando entrecortadamente.
Parecía estar a punto de darle un ataque de corazón.
Al volver a su escritorio vio las
instrucciones que el sobre contenía, decía que tenía que dejar un mitad de un
millón de dólares en un bidón de basura en un barrio situado lejos del centro
de la ciudad en una hora determinada de la noche. Eran instrucciones precisas,
no debería advertir a la policía o el material se enviaría a los medios de
comunicación públicos.
Esa noche John al bidón de basura
que había señalado en las instrucciones del sobre que había dejado para el
diputado. Se escondió en un umbral de la entrada de un edificio abandonado, en
un punto estratégico que solía recurrir para fijar las citas que tenia para no
tener ninguna sorpresa molesta y que no era visible desde la carretera. Él tenía
el lugar en el que la recompensa tenía que dejar a la vista. Se había asegurado
que el diputado había recibido el sobre, entregándole personalmente dando un
recibo falso que debía ser devuelto, mientras esperaba en la recepción hasta
que la secretaria lo devolviera firmado.
De todos modos no tenía
demasiadas esperanzas. Posiblemente el diputado, era una visitante habitual de
ese callejón, y ya había recibido otros chantajes similares y tenía sin duda un
buen equipo de abogados para deshacerse de cualquier acusación.
Pero de repente un impresionante
coche negro aparco junto a la papelera y John vio descender el diputado vestido
con un abrigo y gafas oscuras. El hombre tenía una gran bolsa en la mano, abrió
la tapa de lata y dejo caer la bolsa en su interior. Miro a su alrededor por todas
partes y pensó que nadie lo había visto, se metió rápidamente en el coche y se
fue lejos de allí.
La boca de John se le hacía agua.
Solo por precaución, espero unos minutos antes de salir de su escondite, quizás
el hijo de puta había enviado algún agente de incognito al lugar para atraparlo
in fraganti cogiendo la bolsa. Pero el detective lo tenía bien planeado. No
había lugar ni el bloque que no pudiera ser visto, tampoco había otro camino,
todos tenían que pasar por el mismo lugar que él vigilaba. Todos los edificios
estaban abandonados, John antes había revisado bien el lugar antes de
ocultarse. Y desde su posición podía ver si alguien llegaba de un o de otro
extremo del callejón.
Finalmente se fue al bidón de
basura y cogió la bolsa. Él miro a un lado y a otro previamente para ver que
nadie lo pudiera reconocer y se dirigió rápidamente a su casa. Una vez allí,
con una gran ansiedad, abrió la bolsa y tiro todo el contenido sobre la mesa.
Varios rollo de billetes perfectamente empaquetados y sellados como había
indicado en su demanda. Los conto y eran cincuenta. Al ver que su plan había
tenido éxito se emborracho con una botella de whisky, celebrándolo hasta quedar
exhausto.
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