sábado, 27 de septiembre de 2025

El remplazo

 

La baronesa llegaría pronto a casa, ella era una agente de la propiedad por lo que su horario de trabajo cambiaba el día a día, había empezado a escuchar a escondidas sus conversaciones telefónicas y consultar el sitio web de su agencia para conocer sus horarios para tener una idea aproximada de cuando podía regresar.

 

Comenzando con el segundo piso del condominio de la casa, revisé dos veces los dormitorios y los baños, el vestidor del dormitorio de la baronesa tenía un gran espejo de tres paneles de cuerpo entero, como lago que puedes encontrar en una tienda de ropa y me detuve frente a él para inspeccionar mi uniforme.

 

Llevaba un uniforme de estilo sirvienta francesa de satén negro con ribetes de encaje blanco y delantal a juego, tenia las mangas cortas y abullonadas, el dobladillo me llegaba hasta la mitad de las rodillas, una enagua blanca con volantes debajo llenaba la parte inferior del vestido, eso combinado con un sostén que me quedaba bien y prótesis de silicona para los pechos, transformaba mi cuerpo masculino en una forma de mujer.

 

Me pelo me llegaba hasta los hombros y tenia un cuerpo natural por lo que no estaba obligado a usar peluca, un poco de pintalabios y maquillaje ligero completaba la ilusión, aunque nunca me consideraría bonita, mis rasgos faciales eran demasiado masculinos y a ultima hora de la tarde había una pizca de barba creciendo en mi barbilla.

 

No importaba que no pasara por una mujer en público, la apariencia era lo suficiente té buena como para ser un Sissy maid de la baronesa Maria, quien era una Dominatriz, no realizaba sesiones por contrato, pero materia un establo de esclavos para satisfacerla en sus diversas necesidades.

 

Una de mis medias tenia un corte hasta la rodilla había aprendido a comprar unas baratas porque estos daños eran inevitables, al hacer las tareas del hogar, sin embargo si la baronesa se diera cuenta de eso cuando llegara a casa probablemente recibiría una paliza.

 

Después de revisar cuidadosamente el primer piso, especialmente la cocina baje a la habitación de servicio en el sótano.

 

Si bien la baronesa lo llama la habitación de la criada, en realidad era solo una pequeña sección divida de un sótano que de otro modo estaría sin terminar, ni siquiera había una puerta solo unas pocas paredes rugosas pintadas de rosa como el dormitorio de una niña queriendo ser una princesa, el espacio estaba amueblado con un diván con estructura de metal blanco cubierto con sabanas de satén rosa con cojines de satén blanco y un pequeño tocador blanco con un taburete y un espejo a juego, una pared del cuerpo de servicio estaba formada por cuatro armarios blancos, uno de los cuales era el mío.

 

Abrí el armario y saque unas medias nuevas, me subí el vestido, me desabroche los tirantes de la liga, luego me senté en el borde de la cama y me quite los zapatos, era de charol negro con tacones gruesos de unos cinco centímetros y medio de altura, de hecho podía caminar bien con tacones de aguja pero había aprendido a no usarlos cuando trabajaba como sissy maid, simplemente no eran una buena opción para caminar sobre los pisos recién fregados o subir y bajar escaleras todo el día.

 

Una vez que había reemplazado las medias me mire en el espejo que estaba montado en uno de los armarios, por fin estaba listo para la baronesa viniese a casa, mirando el pequeño radio despertador junto a la cama podría llegar en cualquier momento, decidí simplemente sentarme en la cama y esperar.

 

Mirando a través de la pequeña habitación la fila de armarios, siempre me preguntaba si todos estaban en uso, ¿Tenia la baronesa Maria cuatro doncellas sissy en su establo? Los armarios estaban cerrados con llave, por lo que no había forma de saberlo, por supuesto, la curiosidad había probado mi llave en los otras cerraduras pero no las habría.

 

Sentí que me iba a quedar dormido, lo cual en realidad estaba permitido siempre y cuando mi lista de tareas estuviera hecha, cuando escuché un traqueteo metálico en el piso de arriba de la puerta del garaje abriéndose, la baronesa estaba en casa.

 

Subí las escaleras lo más rápido que pude y abrí la puerta para dejarla entrar, la baronesa maria pues su bolso y ordenador en mis manos, paso por mi lado sin decir una sola palabra, coloque esos artículos en la mesa de cocina y luego me arrodille frente a ella, coloco un pie hacia delante, inclinado hacia atrás en su zapatos de tacón alto, y yo me agache para besar su zapato.

 

Los zapatos eran de tacón hechos de cuero en color burdeos oscuro, con las puntas terminando en una suave punta, los tacones median unos tres centímetro y medio de alto, lo suficiente alto como para ser sexy, sin parecer cachonda y poco profesional, los mantenía todos sus zapatos limpios haciendo que los lamiera cada vez que salía o regresaba a casa.

 

Aparto el pie rápidamente y me presento el otro zapato para que lo limpiara, ella era muy consciente de mi fetiche por los zapatos de tacón alto y disfrutaba burlándose de mí, haciéndome realizar esta tarea de mantenimiento pero sin permitirme saborear el cuero suave y cálido de mi lengua.

 

Después de lamer su otro zapato, me levante y levante el vestido, tiro de la cintura de mis bragas e inspecciono mi dispositivo de castidad para ver que estuviera en su sitio bien cerrado y que no hubiera sido manipulado, me exigía que lo llevara para evitar masturbarme mientras ella no estaba.

 

Como era nuestra rutina habitual, luego me pare en un rincón de la cocina, con la nariz pegada a la pared y las manos detrás de la espalda, mientras ella revisaba mi trabajo, los tacones altos resonaban en las baldosas del suelo mientras realizaba una dolorosa y minuciosa inspección de la cocina, luego paso al resto de la casa.

 

Había una larga lista de atareas que debía hacer, estaba colgada en la puerta de uno de los armarios de mi habitación, prácticamente ya la había memorizado y aunque la lista era larga, si la abordaba metódicamente era posible completarla bien y a tiempo.

 

Regreso a la cocina, aparto una silla de la mesa y me dijo que ocupara mi puesto mientras me colocaba en mi lugar, que era de pie detrás de la silla inclinándome sobre su respaldo y agarrándome al borde del asiento vi la paleta en su mano. Estaba hecha de madera de color oscuro y cortada en forma de un gran cepillo de pelo antiguo, levanto mi vestido para exponer mi trasero y me bajo las bragas hasta las rodillas, los golpes resonaron con fuerza en la cocina y aterrizaron firmemente en mis nalgas, su técnica con la paleta era siempre la misma, golpes firmes a un ritmo rápido, alternando de una nalga de mi trasero a otra, la verdadera variable era cuando duraría los azotes.

 

No llore y aunque entrecerré los ojos por el dolor, no brotaron lagrimas de ellos que pudieran hacer que mi rímel se corriera, por fin se detuvo y dijo

 

“Bien hecho”

 

Sabia que me gustaba que me azotaran, por lo que esos firmes azotes con la pequeña paleta habían sido en realidad mi recompensa y el único agradecimiento que recibiría, si hubiera cometido algún grave error ella habría usado una paleta mas pequeña o pero aun un bastón, en ese momento tal vez me hubieran dejado ir a casa, pero la Baronesa me dijo

 

“Uno de mis esclavos sexuales llegara pronto, así que tendrás que quedarte un poco más, ahora sube y ayúdame a prepararme”

 

En su dormitorio se desnudo cruelmente y lo arrojo al suelo, dejándome que las cosas para que yo las recogiera, ella media poco mas de unos cinco pies de altura descalza y tenia una larga melena llena de rizos oscuros que se derramaba sobre sus pálidos hombros y hasta la mitad de la espalda.

 

Sus hermosos pechos eran una talla treinta y seis doble D, sabia la talla exacta ya que debía lavar sus sujetadores a mano, sus caderas y su trasero estaban bien redondeados y aunque su cuerpo tenia algunos kilos de más se comportaba con una confianza mayor que la de cualquier supermodelo.

 

Mientras revisaba su cajón de lencería baje el edredón de satén plateado y azul intenso dejando al descubierto las sabanas a juego debajo, en ese momento ella se había puesto una camiseta de tirantes de satén morado con adornos de encaje negro y me entrego un liguero a juego para engancharlo en la parte posterior de su cintura.

 

Ella insistió en ponerse sus propias medias de nailon negro transparente pero era mi tarea sujetar las correas de la liga en su lugar, asegurándome de que estuvieran ajustadas correctamente, le entregue la ultima pieza, una braga con parte trasera de tanga adornada con satén y encaje a juego que ella misma se la puso.

 

Luego la seguí hasta el vestidor donde había una impresionante colección de zapatos y botas de todos los colores, alturas y estilos para casi cualquier ocasión, dejo caer unos zapatos a mi lado y me arrodille para calzarle en sus pies cubiertos de nailon, era unos zapatos de charol negros, la suela tenia una plataforma de unos dos centímetros de grosos, mientras que los finos tacones de aguja median unos quince centímetros de alto, yo siempre pensaba en ellos como sus zapatos para follar, ya que parecían ser su par favorito en los momento en que los esclavos sexuales venían a servirla, fue una emoción adicional darle una limpieza rápida al suave charol con mi lengua, sabiendo que había follado mientras usaba estos zapatos en varias ocasiones, como una reina del porno, casi siempre llevaba tacones altos durante el sexo y pensé que eso era increíblemente sexy.

 

“Susi, tráeme un poco de vino” me ordeno, como su sissy maid siempre se dirigía a mí con mi versión femenina de mi nombre, baje corriendo las escaleras hasta la cocina, siempre había algunas botellas de vino blanco en la nevera, quite el corcho puse la botella en el cubo de hielo y luego seleccione una copa de vino del armario, el no era solo para la señora baronesa, aunque el esclavo sexual que se encontraba en camino tendría la ilusión de un encuentro romántico en su cama de raso con ella toda emperifollada su trabajo era complacerla y nada más.

 

Acaba de regresar a su habitación y estaba sirviendo una copa de vino mientras ella se arreglaba el pelo frente al espejo del baño cuando sonó el timbre.

 

“Deja que entre mi esclavo sexual” me ordeno

 

Antes de abrir la puerta miré por la mirilla reconocí al hombre alto y rubio, creo que se llamaba Carl y había servido a la baronesa en algunas recientes ocasiones, quizás él era su nuevo juguete favorito.

 

“¿Esta la baronesa de buen humor?” me susurro mientras lo dejaba pasar por la puerta.

 

Cuando la servía no se me permitía hablar con nadie y mucho menos con uno de sus esclavos, sabia que las mismas reglas se aplicaba a él sin embargo las pocas veces que habíamos estado solo siempre intentaba entablar alguna conversación rápida como de costumbre no dije nada y comencé a subir las escaleras.

 

Ella estaba reclinada seductoramente en su cama cuando entramos en la habitación me dirigí a un taburete bajo en un rincón y me senté a esperar más ordenes

 

“Desnúdate para mi esclavo”, ordeno y luego tomo un sorbo de su copa de vino

 

Carl llevaba una camisa de color azul, que parecía parte del uniforme de trabajo, hizo un lento espectáculo de desabrochar y posar para ella, dejando caer su camisa al suelo lentamente flexiono sus músculos, tratando de posar provocativamente para ella, él no era culturista, probablemente iba al gimnasio algunas veces a la semana que era más de lo que yo hacía como todos sus esclavos sexuales, él estaba bien depilado y no tenia tatuajes ni perforaciones en el cuerpo, por supuesto tenía otra característica requerida que era muy obvia tan pronto cuando se bajo los pantalones, aunque todavía llevaba puesto los calzoncillos me di cuenta de que se estaba excitando al ver a la baronesa.

 

Una vez me explico que no estaba interesada en encontrar a cualquier hombre con una gran polla, quería uno que sintiera que encajaba bien, su preferencia era alrededor de veinte centímetro de largo y un poco mas grueso que el promedio, la baronesa había señalado hace unos meses cuando comencé mi entrenamiento de sissy maid que simplemente no estaba a la altura como hombre y que nunca podría convertirme en uno de sus esclavos sexuales, aunque ella tenia algunos usos para  mi en su dormitorio creo que se me permitió mirarla con sus esclavos para humillarme recordándome mi delgada erección.

 

A Carl se le ordeno que se uniera a la baronesa en su cama, comenzó a besarla apasionadamente primero en los labios y luego bajo por el cuello, lentamente acaricio su cuerpo manteniendo sus manos por encima de su cintura por ahora y fuera de sus pechos, cuando se trataba de sexo, ella nunca tenia prisa, los esclavos sexuales tenían que tomarse su tiempo para aumentar lentamente su excitación, tomo otro sorbo de vino y vacío su copa, una mirada rápida hacia mí fue la única señal que necesitaba así que me levante para llenarle el vaso.

 

“Susi, haz que me moje bien para esta gran polla” dijo quitándose el tanga y abriéndose de piernas.

 

Me arrodille junto a la cama y ella me paso una pierna enfundada en nailon por encima del hombro su oscuro vello púbico siempre estaba bien recortado, aunque nunca tuve el placer de hacer esa tarea, cada vez que la baronesa me ordenaba que la besara mi tarea era solo mojarla y no tratar e complacerla ya que ese era un trabajo para su esclavo sexuales, siempre me pareció humillante que me ordenara lamerle el coño mientras ella se besaba con un hombre bien dotados, ella nunca sabría que la perdida era suya ya que mis novias anteriores e incluso mi ex siempre había estado encantadas con mis habilidades orales.

 

A Carl le ordeno que se quitara los calzoncillos y luego ella cambio de posición para poder chuparle la polla mientras yo la atendía, ella nunca hizo una verdadera mamada y ciertamente nunca permitiría que un esclavo se corriera en su boca, esta era la etapa final de sus juegos previos donde ella chupaba y lamia su polla lo suficientemente para ponerla completamente dura y resbaladiza para entrar en ella.

 

Sin embargo esta vez fue algo diferente, se estaba tomando mas tiempo de lo habitual y a juzgar por el movimiento de cuerpo y los ruidos que escuchaba, sonaba como si estuviera acariciando bastante su polla, finalmente se sentó en la cama y me empujo. “Te daré un minuto para que se te ponga dura y ni un segunda más”, le regaño, los tirantes de su camisola se habían quitado de los hombros permitiéndole caer y exponer su fantástico par de tetas, mire a Carl acostado en la cama con su erección a media asta, agarro su polla con firmeza y la acaricio frenéticamente. Ella le seguía mirando de un lado a otro entre el reloj de su mesita de noche y la polla de su esclavo sexuales que no parecía endurecerse a pesar de sus mejores esfuerzos ¿Quién sabe cuál podría ser su problema?, ¿Ansiedad por desempeño? No me sorprendería.

 

“Ya es suficiente” le dijo, “Ahora párate en ese rincón, Susi toma asiento” corrí a mi taburete mientras Carl preocupado caminaba lentamente hacia la esquina, ella saco unas esposas y le aseguro las manos a la espalda, luego se aderezo la camiseta y se puso el tanga.

 

Tomando su copa de vino y su teléfono se encerró en el baño, al poco tiempo pude escuchar un lado de su conversación amortiguada, pero no pude entender nada, “¿Qué va a pasar?” Carl me susurro desde el otro lado de la habitación, había un verdadero tono de miedo en su voz, no le respondí, por un lado no iba hablar con él por iba contra las reglas y además no tenía ni idea, nunca había visto a un esclavo sexual no lograr una erección.

 

Por fin salió del baño, evite el contacto visual, saco un bastón del cajón de una cómoda y le ordeno que se arrodillara delante de ella, camino torpemente de rodillas con las manos todavía esposadas detrás de él suplicando clemencia todo el tiempo, quizás hacia media hora había entrado pavoneándose en su dormitorio como un semental, pero ahora era una comadreja humillada, ella lo abofeteo y le dijo que se callara.

 

“Tus días como esclavo sexual han terminado”, le dijo , “Tengo otro esclavo en camino y ti voy a azotar hasta que llegue”, ella agito su bastón amenazadoramente varias veces la delgada vara de bambú siseo mientras cortaba el aire, “Considérate afortunado de que él no vive muy lejos”

 

Luego le ordeno que se pusiera de pie y se inclinara, estaba gimiendo de miedo quizás ella lo había azotado antes, si bien disfrute de un remo firme los azotes fueron un verdadero castigo, un dolor punzante y ardiente que se sentía como si te cortara profundamente.

 

Cuando su Boston corto el aire y dejo rayas rojas en su trasero me alegre de que no fuera yo quien recibiera el castigo, pero escuchar sus ahogados gritos de dolor fue duro, ella se mantuvo tranquila dándole varios golpes con el bastón y luego reprendiéndolo.

 

“Tu flácida polla no tiene ningún valor para mí, los esclavos sexuales no tienen segunda oportunidades”

 

El bastón de la baronesa corto el aire varias veces más, crujiendo ruidosamente en su trasero.

 

“Cuando mi esclavo llegue aquí veras como se ve una erección adecuada, incluso te dejare ver como te follan, en el improbable caso de que se te ponga dura” se burló, “no tienes mi permiso para masturbarte”

 

Ella comenzó a golpearlo de nuevo cuando afortunadamente para él sonó el timbre, me ordenaron bajar para dejarlo entrar, al mirar por la mirilla me sorprendió un poco lo que vi, era un chico elegante y bien vestido el tipo normal de la baronesa, pero era negro y nunca la había visto cruzar fronteras raciales.

 

“Estoy aquí para ver a la Baronesa” fue todo lo que dijo cuando abrí la puerta, algunos esclavos intentan reprimir la risa cuando me ven con mi uniforme de sirvienta con volantes, pero este tipo era genial y se quedo afuera por unos momentos hasta que le hice señas para que entrara.

 

Cuando llegamos arriba ella estaba sentada en el borde de la cama murmurando unas palabras degradantes a Carl, que todavía estaba esposado y arrodillado junto a la cama.

 

“Susi llena mi vaso” me ordeno, mientras sacaba la botella de la cubitera dijo al hombre, “Taylor bájate los pantalones y que se te ponga dura, ya perdí el tiempo con este” señalo a Carl que estaba mirando el suelo, “No perderé mas tiempo así que se tiene que levantar ahora”.

 

El tono de su voz era severo pero él con calma se los bajo y los boxes hasta las rodillas comenzó a arcaizar su polla, comenzó a ponérsela dura casi de inmediato , mientas que sus otros esclavos que había visto tenían pollas de tamaño similar era obvio para mi cuando su erección comenzó a crecer, que este estaba mejor dotado que cualquiera de ellos, en muy poco tiempo se quedo tranquilamente con las manos a los costados esperando sus siguientes ordenes, su erección media al menos diez pulgadas de alto y era super gruesa.

 

“Así es como se hace” le dijo la baronesa a Carl y luego le ordeno que se sentara a los pies de su cama, ella se arrodillo junto a él en la cama y se inclinó preparándose para chupar su gran trozo de carne oscura, moviendo su trasero en la cara de Carl.

 

“Ahora lámeme y hazme que me moje, no intentes complacerme porque y hoy ya me has fallado”

 

La baronesa comenzó a darle lamidas largas y lentas a la polla de Taylor, mientras Carl abatido se acercaba poco a poco al borde de la cama y comenzaba a lamer su coño, cuando tan pronto la polla de Taylor brillo por su saliva se la llevo a la boca y comenzó a chupar lentamente y seductoramente, desde mi taburete tenia una vista perfecta del trio y mi polla se esforzaba incómodamente mientras intentaba endurecerse dentro de los límites de plástico de mi dispositivo de castidad, normalmente cuando la Baronesa estaba con sus esclavos yo miraba hacia otro lado y trataba de poner mi mente en otras cosas para evitar que esto sucediera, pero esta vez no podía apartar la mirada.

 

Sentí que la baronesa estaba tratando de burlarse de mí, ocasionalmente empujando su largo pelo oscuro hacia atrás para que pudiera ver mejor sus labios apretados alrededor de esa gruesa polla negra, parecía que solo podía llevarse menos de la mitad a la boca, Taylor acaricio suavemente su pelo y sus hombros y comenzó a respirar profundamente, claramente se divertía.

 

Una vez que la saliva de la baronesa goteo hasta la base de su polla le dijo que se recostara en su cama, colocando cruelmente un pie con tacón sobre el pecho de Carl, lo empujo lejos del borde la cama, su trabajo estaba hecho por ahora pero parecía que se le permitía mirar.

 

Se sentó a horcajadas sobre Taylor agarrando firmemente su gruesa erección e inserto la punta en su húmedo coño, con mucho cuidado bajo lentamente y dejo escapar algunos jadeas que podrían haber sido una combinación de dolor y placer, su culo pálido y curvilíneo con su caderas estaban bellamente enmarcadas por su liguero, ya que parecía como si se estuviera empalando lentamente en esa enorme polla negra, solo tomo aproximadamente la mitad antes de sacar un poco, aparentemente encontrando una profundidad cómoda para ella, comenzó a montar lentamente a su esclavo.

 

Normalmente ella comenzaría a acariciarse frotando suavemente su clítoris hasta tener un orgasmo y seria responsabilidad de su esclavo no correrse hasta que eso sucediera, sin embargo esta vez mantuvo sus manos plantadas sobre el músculos pecho del esclavo, llevar su grueso pene un poco mas profundo cada vez parecía ser toda la estimulación que necesitaba.

 

Cuando ella lo introdujo por completo mi polla estaba dolorosamente apretando dentro de mi dispositivo de castidad, ella se sentó encima de su esclavo, su enorme erección le lleno por completo y lentamente comenzó a girar su caderas, su respiración se hizo entrecortada mientras gemía profundamente.

 

Luego comenzó a montar su polla a un ritmo moderado casi sacándola y luego deslizándose completamente hacia adentro cada vez, su coño ahora se estiro para acomodar esa enorme polla negra, ella estaba mojada de excitación, sus jugos brillaban en la polla, “Es un poco tarde para eso” de repente ella se rio de Carl que todavía estaba arrodillado junto a la cama, mire y vi que se le había puesto dura con las manos esposadas a la espalda bien podría haber estado en castidad como yo, mientras esperaba que ella montara esa gran polla negra hasta llegar al clímax, ella desmonto y le murmuro algunas instrucciones que no pude escuchar.

 

La baronesa se acostó boca arriba y abrió ampliamente las piernas, solo pude vislumbrar rápidamente su coño abierto y húmedo antes de que Taylor me bloquea mi vista, él entró en ella lentamente, ella inclino la pelvis y levanto las rodillas para poder entrarlo por completo, con sus tacones de aguja negros apuntando al techo, él comenzó a follarla, lentamente y apasionadamente con largas embestidas decididas, ella comenzó a emitir profundos jadeos ahogados mientras su esclavo aceleraba el paso, conocía ese sonido y ella estaba a solo unos momentos de un poderoso orgasmo, le ordeno que la follara más fuerte.

 

Él obedeció golpeando violentamente su polla contra sus pelotas, empujando su trasero hacia las sabanas de satén con cada golpe, su piel oscura brillaba por el sudor y sus piernas enfundadas en nailon temblaban cuando ella dejo escapar una serie de gemidos orgásmicos.

 

Ella continúo jadeando pesadamente mientras su esclavo continuaba empujando fuertemente dentro de ella, golpeando repetidamente su trasero contra la cama, estaba seguro de que mis pelotas estaban azules, unidas en la base por mi dispositivo de castidad y mi pene estaba comprimido dolorosamente por dentro.

 

Luego él dio varios gruñidos profundos y desacelero el paso mientras se corría, ella bajo las piernas con los tacones de aguja plantados en las sabanas de satén mientras la violenta follada disminuía como un tren de carga que se detiene, “Bien hecho” dijo sin aliento y él saco su polla medio dura que goteaba en ese momento normalmente me pedían que le pasara una toalla pequeña para que se pudiera limpiar pero esta vez tenia otros planes, ella se levanto y se sentó en el borde de la cama, con las piernas abiertas frente a la cara de Carl lo agarro bruscamente por el pelo corto y lo atrajo hacia su coño goteante.

 

“límpiame, esclavo” ordeno, “No intentes darme un orgasmo solo lame el semen” de repente ella se volvió hacia mí, “Susi, muéstrale la puerta a mi esclavo sexual” Taylor siguió el ejemplo se levanto de la cama rápidamente y comenzó a vestirse, solo tuve aproximadamente un minuto para ver a Carl humillado lamiendo el semen de otro hombre, un castigo que supongo era el adecuado para él.

 

Lo acompañe hasta la puerta sabiendo que probablemente lo volvería a ver pero sin estar seguro de que la baronesa pudiera soportar a una bestia follandola así, excepto en raras ocasiones, un esclavo verdaderamente obediente, se fue sin decir una palabra, cuando subí las escaleras me ordeno servir el ultimo vino en la copa, Carl todavía estaba ocupando, limpiando su coño y era obvio que no disfrutaba la tarea.

 

En muy raras ocasiones ella me había permitido masturbarme y correrme sobre sus zapatos o botas de tacón, había sido un honor y un privilegio, pero con eso vino la responsabilidad de limpiar mi desastre, para la baronesa eso significaba que tenia que lamer mi propio semen de sus zapatos si bien no me importaba el sabor y la textura viscosa al menos era mi propio semen, la idea de lamer el coño reciente bollado de ella mientras las gotas de semen de otro hombre brotaba de mi boca era repugnante y ella se estaba asegurando de que Carl lamiera cada gota.

 

Finalmente ella lo aparto y me ordeno que le pasara una bata, seleccioné una larga de satén negro de su armario y se la puse sobre los hombros, se quito los zapatos negro, recogió las predas de Carl y comenzó a tirarlas por la puerta del dormitorio y escaleras abajo.

 

“Ahora baja tu lamentable trasero” le dijo a Carl, “Susi refresca mi habitación y luego podrás despedirte”

 

Carl, con la barbilla mojada por los jugos de ella y el  semen de Taylor se levanto con cuidado con las manos todavía esposadas a la espalda, los dos bajaron las escaleras, recogí sus zapatos del suelo, el charol negro todavía estaba caliente por su pies y los sostuve uno a la vez sobre mi nariz para inhalar profundamente el aroma de su sudor, no cualquier sudor de pies, sino el olor de sus pies que habían estado en esos zapatos sexys mientras recibían lo que pudo haber sido el polvo mas duro de su vida, el olor era embriagador podía sentir mi dolorida polla intentar una vez más en vano endurecerse dentro de mi dispositivo de castidad, a pesar de la incomodidad y aunque no me habían ordenado hacerlo lamí lentamente y amorosamente esos zapatos antes de colocarlos en su lugar en un estante del armario de la baronesa.

 

Las sabanas de satén estaban desordenadas sobre la cama y el edredón a juego se había caído formando una brillante pila en el suelo, había dos puntos húmedos distintos en las sabanas, uno en el que los jugos de la baronesa goteaban de su coño y bajaban por su culo mientras la follaban, no pude resistirme a enterar mi nariz en esa mancha húmeda absorbiendo profundamente el aroma de su excitación almizclada.

 

El segundo punto húmedo era mas pequeño y estaba en un borde de la cama, donde había obligado a Carl a lamerla hasta dejarla limpia, ahora estaba abajo, donde la baronesa le estaba regañando brutalmente, me di cuenta de que había estado perdiendo el tiempo para mi propio placer, sabiendo que ella no toreaba esto, rápidamente quité las sabanas de la cama y la rehíce.

 

Las sabanas nuevas también eran de satén pero de un color burdeos intenso, con un edredón a juego, tuve que hacer la cama rápidamente debido al tiempo perdido, pero pude hacer un trabajo limpio que paso cualquiera de sus inspecciones regulares, cuando baje las escaleras y entre en la sala de estar, Carl estaba de rodillas ante la baronesa él estaba rogando y suplicándole que le diera otra oportunidad como su esclavo personal.

 

Mientras bajaba a la habitación de la criada pensé que era un idiota, no podía imaginarme regresar con tanta presión para logra una erección y satisfacerla sabiendo ahora que tipo de castigo humillante le esperaría si fallaba, después de quitar el maquillaje y ponerme mi ropa normal, guarde mi uniforme y ropa interior femenina en la bolsa de la lavandería en la repisa de mi armario, se estaba llevando así que me la llevaría a casa, no me permitía lavar mi propia ropa cuando estaba con ella, de vuelta en la sala de estar, la baronesa parecía estar de buen humor, escuche a Carl irse, sin decir una palabra me entrego la pequeña llave de mi dispositivo de castidad.

 

Con gran alivio me abrí los pantalones, me quite el artilugio y lo deje caer en mi bolsa, a pesar de estar flácido me dolía por estar confinado mientras estaba tan excitado, puede que tuviera que sumergirme en un baño caliente por un tiempo cuando llegara a casa, pero me moría  por masturbarme recordando a Taylor dándole a la baronesa la follada de su vida con su enorme polla negra mientras Carl miraba impotente, supe que tendría un orgasmo lo suficientemente poderoso como para rivalizar con cualquier esclavo sexual.

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