La
baronesa llegaría pronto a casa, ella era una agente de la propiedad por lo que
su horario de trabajo cambiaba el día a día, había empezado a escuchar a
escondidas sus conversaciones telefónicas y consultar el sitio web de su
agencia para conocer sus horarios para tener una idea aproximada de cuando
podía regresar.
Comenzando
con el segundo piso del condominio de la casa, revisé dos veces los dormitorios
y los baños, el vestidor del dormitorio de la baronesa tenía un gran espejo de
tres paneles de cuerpo entero, como lago que puedes encontrar en una tienda de
ropa y me detuve frente a él para inspeccionar mi uniforme.
Llevaba
un uniforme de estilo sirvienta francesa de satén negro con ribetes de encaje
blanco y delantal a juego, tenia las mangas cortas y abullonadas, el dobladillo
me llegaba hasta la mitad de las rodillas, una enagua blanca con volantes
debajo llenaba la parte inferior del vestido, eso combinado con un sostén que
me quedaba bien y prótesis de silicona para los pechos, transformaba mi cuerpo
masculino en una forma de mujer.
Me
pelo me llegaba hasta los hombros y tenia un cuerpo natural por lo que no estaba
obligado a usar peluca, un poco de pintalabios y maquillaje ligero completaba
la ilusión, aunque nunca me consideraría bonita, mis rasgos faciales eran
demasiado masculinos y a ultima hora de la tarde había una pizca de barba
creciendo en mi barbilla.
No
importaba que no pasara por una mujer en público, la apariencia era lo suficiente
té buena como para ser un Sissy maid de la baronesa Maria, quien era una
Dominatriz, no realizaba sesiones por contrato, pero materia un establo de
esclavos para satisfacerla en sus diversas necesidades.
Una
de mis medias tenia un corte hasta la rodilla había aprendido a comprar unas
baratas porque estos daños eran inevitables, al hacer las tareas del hogar, sin
embargo si la baronesa se diera cuenta de eso cuando llegara a casa probablemente
recibiría una paliza.
Después
de revisar cuidadosamente el primer piso, especialmente la cocina baje a la
habitación de servicio en el sótano.
Si
bien la baronesa lo llama la habitación de la criada, en realidad era solo una
pequeña sección divida de un sótano que de otro modo estaría sin terminar, ni
siquiera había una puerta solo unas pocas paredes rugosas pintadas de rosa como
el dormitorio de una niña queriendo ser una princesa, el espacio estaba
amueblado con un diván con estructura de metal blanco cubierto con sabanas de satén
rosa con cojines de satén blanco y un pequeño tocador blanco con un taburete y
un espejo a juego, una pared del cuerpo de servicio estaba formada por cuatro
armarios blancos, uno de los cuales era el mío.
Abrí
el armario y saque unas medias nuevas, me subí el vestido, me desabroche los
tirantes de la liga, luego me senté en el borde de la cama y me quite los
zapatos, era de charol negro con tacones gruesos de unos cinco centímetros y
medio de altura, de hecho podía caminar bien con tacones de aguja pero había aprendido
a no usarlos cuando trabajaba como sissy maid, simplemente no eran una buena
opción para caminar sobre los pisos recién fregados o subir y bajar escaleras
todo el día.
Una
vez que había reemplazado las medias me mire en el espejo que estaba montado en
uno de los armarios, por fin estaba listo para la baronesa viniese a casa,
mirando el pequeño radio despertador junto a la cama podría llegar en cualquier
momento, decidí simplemente sentarme en la cama y esperar.
Mirando
a través de la pequeña habitación la fila de armarios, siempre me preguntaba si
todos estaban en uso, ¿Tenia la baronesa Maria cuatro doncellas sissy en su
establo? Los armarios estaban cerrados con llave, por lo que no había forma de
saberlo, por supuesto, la curiosidad había probado mi llave en los otras
cerraduras pero no las habría.
Sentí
que me iba a quedar dormido, lo cual en realidad estaba permitido siempre y
cuando mi lista de tareas estuviera hecha, cuando escuché un traqueteo metálico
en el piso de arriba de la puerta del garaje abriéndose, la baronesa estaba en
casa.
Subí
las escaleras lo más rápido que pude y abrí la puerta para dejarla entrar, la
baronesa maria pues su bolso y ordenador en mis manos, paso por mi lado sin
decir una sola palabra, coloque esos artículos en la mesa de cocina y luego me
arrodille frente a ella, coloco un pie hacia delante, inclinado hacia atrás en
su zapatos de tacón alto, y yo me agache para besar su zapato.
Los
zapatos eran de tacón hechos de cuero en color burdeos oscuro, con las puntas
terminando en una suave punta, los tacones median unos tres centímetro y medio
de alto, lo suficiente alto como para ser sexy, sin parecer cachonda y poco
profesional, los mantenía todos sus zapatos limpios haciendo que los lamiera
cada vez que salía o regresaba a casa.
Aparto
el pie rápidamente y me presento el otro zapato para que lo limpiara, ella era
muy consciente de mi fetiche por los zapatos de tacón alto y disfrutaba
burlándose de mí, haciéndome realizar esta tarea de mantenimiento pero sin
permitirme saborear el cuero suave y cálido de mi lengua.
Después
de lamer su otro zapato, me levante y levante el vestido, tiro de la cintura de
mis bragas e inspecciono mi dispositivo de castidad para ver que estuviera en
su sitio bien cerrado y que no hubiera sido manipulado, me exigía que lo llevara
para evitar masturbarme mientras ella no estaba.
Como
era nuestra rutina habitual, luego me pare en un rincón de la cocina, con la
nariz pegada a la pared y las manos detrás de la espalda, mientras ella
revisaba mi trabajo, los tacones altos resonaban en las baldosas del suelo
mientras realizaba una dolorosa y minuciosa inspección de la cocina, luego paso
al resto de la casa.
Había
una larga lista de atareas que debía hacer, estaba colgada en la puerta de uno
de los armarios de mi habitación, prácticamente ya la había memorizado y aunque
la lista era larga, si la abordaba metódicamente era posible completarla bien y
a tiempo.
Regreso
a la cocina, aparto una silla de la mesa y me dijo que ocupara mi puesto
mientras me colocaba en mi lugar, que era de pie detrás de la silla
inclinándome sobre su respaldo y agarrándome al borde del asiento vi la paleta
en su mano. Estaba hecha de madera de color oscuro y cortada en forma de un
gran cepillo de pelo antiguo, levanto mi vestido para exponer mi trasero y me
bajo las bragas hasta las rodillas, los golpes resonaron con fuerza en la
cocina y aterrizaron firmemente en mis nalgas, su técnica con la paleta era
siempre la misma, golpes firmes a un ritmo rápido, alternando de una nalga de
mi trasero a otra, la verdadera variable era cuando duraría los azotes.
No
llore y aunque entrecerré los ojos por el dolor, no brotaron lagrimas de ellos
que pudieran hacer que mi rímel se corriera, por fin se detuvo y dijo
“Bien
hecho”
Sabia
que me gustaba que me azotaran, por lo que esos firmes azotes con la pequeña
paleta habían sido en realidad mi recompensa y el único agradecimiento que
recibiría, si hubiera cometido algún grave error ella habría usado una paleta
mas pequeña o pero aun un bastón, en ese momento tal vez me hubieran dejado ir
a casa, pero la Baronesa me dijo
“Uno
de mis esclavos sexuales llegara pronto, así que tendrás que quedarte un poco más,
ahora sube y ayúdame a prepararme”
En
su dormitorio se desnudo cruelmente y lo arrojo al suelo, dejándome que las
cosas para que yo las recogiera, ella media poco mas de unos cinco pies de
altura descalza y tenia una larga melena llena de rizos oscuros que se
derramaba sobre sus pálidos hombros y hasta la mitad de la espalda.
Sus
hermosos pechos eran una talla treinta y seis doble D, sabia la talla exacta ya
que debía lavar sus sujetadores a mano, sus caderas y su trasero estaban bien
redondeados y aunque su cuerpo tenia algunos kilos de más se comportaba con una
confianza mayor que la de cualquier supermodelo.
Mientras
revisaba su cajón de lencería baje el edredón de satén plateado y azul intenso
dejando al descubierto las sabanas a juego debajo, en ese momento ella se había
puesto una camiseta de tirantes de satén morado con adornos de encaje negro y
me entrego un liguero a juego para engancharlo en la parte posterior de su
cintura.
Ella
insistió en ponerse sus propias medias de nailon negro transparente pero era mi
tarea sujetar las correas de la liga en su lugar, asegurándome de que
estuvieran ajustadas correctamente, le entregue la ultima pieza, una braga con
parte trasera de tanga adornada con satén y encaje a juego que ella misma se la
puso.
Luego
la seguí hasta el vestidor donde había una impresionante colección de zapatos y
botas de todos los colores, alturas y estilos para casi cualquier ocasión, dejo
caer unos zapatos a mi lado y me arrodille para calzarle en sus pies cubiertos
de nailon, era unos zapatos de charol negros, la suela tenia una plataforma de
unos dos centímetros de grosos, mientras que los finos tacones de aguja median
unos quince centímetros de alto, yo siempre pensaba en ellos como sus zapatos
para follar, ya que parecían ser su par favorito en los momento en que los esclavos
sexuales venían a servirla, fue una emoción adicional darle una limpieza rápida
al suave charol con mi lengua, sabiendo que había follado mientras usaba estos
zapatos en varias ocasiones, como una reina del porno, casi siempre llevaba
tacones altos durante el sexo y pensé que eso era increíblemente sexy.
“Susi,
tráeme un poco de vino” me ordeno, como su sissy maid siempre se dirigía a mí
con mi versión femenina de mi nombre, baje corriendo las escaleras hasta la
cocina, siempre había algunas botellas de vino blanco en la nevera, quite el
corcho puse la botella en el cubo de hielo y luego seleccione una copa de vino
del armario, el no era solo para la señora baronesa, aunque el esclavo sexual
que se encontraba en camino tendría la ilusión de un encuentro romántico en su
cama de raso con ella toda emperifollada su trabajo era complacerla y nada más.
Acaba
de regresar a su habitación y estaba sirviendo una copa de vino mientras ella
se arreglaba el pelo frente al espejo del baño cuando sonó el timbre.
“Deja
que entre mi esclavo sexual” me ordeno
Antes
de abrir la puerta miré por la mirilla reconocí al hombre alto y rubio, creo
que se llamaba Carl y había servido a la baronesa en algunas recientes
ocasiones, quizás él era su nuevo juguete favorito.
“¿Esta
la baronesa de buen humor?” me susurro mientras lo dejaba pasar por la puerta.
Cuando
la servía no se me permitía hablar con nadie y mucho menos con uno de sus
esclavos, sabia que las mismas reglas se aplicaba a él sin embargo las pocas
veces que habíamos estado solo siempre intentaba entablar alguna conversación
rápida como de costumbre no dije nada y comencé a subir las escaleras.
Ella
estaba reclinada seductoramente en su cama cuando entramos en la habitación me
dirigí a un taburete bajo en un rincón y me senté a esperar más ordenes
“Desnúdate
para mi esclavo”, ordeno y luego tomo un sorbo de su copa de vino
Carl
llevaba una camisa de color azul, que parecía parte del uniforme de trabajo,
hizo un lento espectáculo de desabrochar y posar para ella, dejando caer su
camisa al suelo lentamente flexiono sus músculos, tratando de posar
provocativamente para ella, él no era culturista, probablemente iba al gimnasio
algunas veces a la semana que era más de lo que yo hacía como todos sus
esclavos sexuales, él estaba bien depilado y no tenia tatuajes ni perforaciones
en el cuerpo, por supuesto tenía otra característica requerida que era muy
obvia tan pronto cuando se bajo los pantalones, aunque todavía llevaba puesto
los calzoncillos me di cuenta de que se estaba excitando al ver a la baronesa.
Una
vez me explico que no estaba interesada en encontrar a cualquier hombre con una
gran polla, quería uno que sintiera que encajaba bien, su preferencia era
alrededor de veinte centímetro de largo y un poco mas grueso que el promedio,
la baronesa había señalado hace unos meses cuando comencé mi entrenamiento de
sissy maid que simplemente no estaba a la altura como hombre y que nunca podría
convertirme en uno de sus esclavos sexuales, aunque ella tenia algunos usos
para mi en su dormitorio creo que se me
permitió mirarla con sus esclavos para humillarme recordándome mi delgada erección.
A
Carl se le ordeno que se uniera a la baronesa en su cama, comenzó a besarla
apasionadamente primero en los labios y luego bajo por el cuello, lentamente acaricio
su cuerpo manteniendo sus manos por encima de su cintura por ahora y fuera de
sus pechos, cuando se trataba de sexo, ella nunca tenia prisa, los esclavos
sexuales tenían que tomarse su tiempo para aumentar lentamente su excitación,
tomo otro sorbo de vino y vacío su copa, una mirada rápida hacia mí fue la
única señal que necesitaba así que me levante para llenarle el vaso.
“Susi,
haz que me moje bien para esta gran polla” dijo quitándose el tanga y
abriéndose de piernas.
Me
arrodille junto a la cama y ella me paso una pierna enfundada en nailon por
encima del hombro su oscuro vello púbico siempre estaba bien recortado, aunque
nunca tuve el placer de hacer esa tarea, cada vez que la baronesa me ordenaba
que la besara mi tarea era solo mojarla y no tratar e complacerla ya que ese
era un trabajo para su esclavo sexuales, siempre me pareció humillante que me
ordenara lamerle el coño mientras ella se besaba con un hombre bien dotados,
ella nunca sabría que la perdida era suya ya que mis novias anteriores e
incluso mi ex siempre había estado encantadas con mis habilidades orales.
A
Carl le ordeno que se quitara los calzoncillos y luego ella cambio de posición
para poder chuparle la polla mientras yo la atendía, ella nunca hizo una verdadera
mamada y ciertamente nunca permitiría que un esclavo se corriera en su boca,
esta era la etapa final de sus juegos previos donde ella chupaba y lamia su
polla lo suficientemente para ponerla completamente dura y resbaladiza para
entrar en ella.
Sin
embargo esta vez fue algo diferente, se estaba tomando mas tiempo de lo
habitual y a juzgar por el movimiento de cuerpo y los ruidos que escuchaba, sonaba
como si estuviera acariciando bastante su polla, finalmente se sentó en la cama
y me empujo. “Te daré un minuto para que se te ponga dura y ni un segunda más”,
le regaño, los tirantes de su camisola se habían quitado de los hombros
permitiéndole caer y exponer su fantástico par de tetas, mire a Carl acostado
en la cama con su erección a media asta, agarro su polla con firmeza y la
acaricio frenéticamente. Ella le seguía mirando de un lado a otro entre el
reloj de su mesita de noche y la polla de su esclavo sexuales que no parecía
endurecerse a pesar de sus mejores esfuerzos ¿Quién sabe cuál podría ser su
problema?, ¿Ansiedad por desempeño? No me sorprendería.
“Ya
es suficiente” le dijo, “Ahora párate en ese rincón, Susi toma asiento” corrí a
mi taburete mientras Carl preocupado caminaba lentamente hacia la esquina, ella
saco unas esposas y le aseguro las manos a la espalda, luego se aderezo la
camiseta y se puso el tanga.
Tomando
su copa de vino y su teléfono se encerró en el baño, al poco tiempo pude
escuchar un lado de su conversación amortiguada, pero no pude entender nada,
“¿Qué va a pasar?” Carl me susurro desde el otro lado de la habitación, había
un verdadero tono de miedo en su voz, no le respondí, por un lado no iba hablar
con él por iba contra las reglas y además no tenía ni idea, nunca había visto a
un esclavo sexual no lograr una erección.
Por
fin salió del baño, evite el contacto visual, saco un bastón del cajón de una cómoda
y le ordeno que se arrodillara delante de ella, camino torpemente de rodillas
con las manos todavía esposadas detrás de él suplicando clemencia todo el
tiempo, quizás hacia media hora había entrado pavoneándose en su dormitorio
como un semental, pero ahora era una comadreja humillada, ella lo abofeteo y le
dijo que se callara.
“Tus
días como esclavo sexual han terminado”, le dijo , “Tengo otro esclavo en
camino y ti voy a azotar hasta que llegue”, ella agito su bastón
amenazadoramente varias veces la delgada vara de bambú siseo mientras cortaba
el aire, “Considérate afortunado de que él no vive muy lejos”
Luego
le ordeno que se pusiera de pie y se inclinara, estaba gimiendo de miedo quizás
ella lo había azotado antes, si bien disfrute de un remo firme los azotes
fueron un verdadero castigo, un dolor punzante y ardiente que se sentía como si
te cortara profundamente.
Cuando
su Boston corto el aire y dejo rayas rojas en su trasero me alegre de que no
fuera yo quien recibiera el castigo, pero escuchar sus ahogados gritos de dolor
fue duro, ella se mantuvo tranquila dándole varios golpes con el bastón y luego
reprendiéndolo.
“Tu
flácida polla no tiene ningún valor para mí, los esclavos sexuales no tienen
segunda oportunidades”
El
bastón de la baronesa corto el aire varias veces más, crujiendo ruidosamente en
su trasero.
“Cuando
mi esclavo llegue aquí veras como se ve una erección adecuada, incluso te
dejare ver como te follan, en el improbable caso de que se te ponga dura” se burló,
“no tienes mi permiso para masturbarte”
Ella
comenzó a golpearlo de nuevo cuando afortunadamente para él sonó el timbre, me
ordenaron bajar para dejarlo entrar, al mirar por la mirilla me sorprendió un
poco lo que vi, era un chico elegante y bien vestido el tipo normal de la
baronesa, pero era negro y nunca la había visto cruzar fronteras raciales.
“Estoy
aquí para ver a la Baronesa” fue todo lo que dijo cuando abrí la puerta,
algunos esclavos intentan reprimir la risa cuando me ven con mi uniforme de
sirvienta con volantes, pero este tipo era genial y se quedo afuera por unos
momentos hasta que le hice señas para que entrara.
Cuando
llegamos arriba ella estaba sentada en el borde de la cama murmurando unas
palabras degradantes a Carl, que todavía estaba esposado y arrodillado junto a
la cama.
“Susi
llena mi vaso” me ordeno, mientras sacaba la botella de la cubitera dijo al
hombre, “Taylor bájate los pantalones y que se te ponga dura, ya perdí el
tiempo con este” señalo a Carl que estaba mirando el suelo, “No perderé mas
tiempo así que se tiene que levantar ahora”.
El
tono de su voz era severo pero él con calma se los bajo y los boxes hasta las
rodillas comenzó a arcaizar su polla, comenzó a ponérsela dura casi de
inmediato , mientas que sus otros esclavos que había visto tenían pollas de
tamaño similar era obvio para mi cuando su erección comenzó a crecer, que este
estaba mejor dotado que cualquiera de ellos, en muy poco tiempo se quedo tranquilamente
con las manos a los costados esperando sus siguientes ordenes, su erección
media al menos diez pulgadas de alto y era super gruesa.
“Así
es como se hace” le dijo la baronesa a Carl y luego le ordeno que se sentara a
los pies de su cama, ella se arrodillo junto a él en la cama y se inclinó
preparándose para chupar su gran trozo de carne oscura, moviendo su trasero en
la cara de Carl.
“Ahora
lámeme y hazme que me moje, no intentes complacerme porque y hoy ya me has
fallado”
La
baronesa comenzó a darle lamidas largas y lentas a la polla de Taylor, mientras
Carl abatido se acercaba poco a poco al borde de la cama y comenzaba a lamer su
coño, cuando tan pronto la polla de Taylor brillo por su saliva se la llevo a
la boca y comenzó a chupar lentamente y seductoramente, desde mi taburete tenia
una vista perfecta del trio y mi polla se esforzaba incómodamente mientras
intentaba endurecerse dentro de los límites de plástico de mi dispositivo de
castidad, normalmente cuando la Baronesa estaba con sus esclavos yo miraba
hacia otro lado y trataba de poner mi mente en otras cosas para evitar que esto
sucediera, pero esta vez no podía apartar la mirada.
Sentí
que la baronesa estaba tratando de burlarse de mí, ocasionalmente empujando su
largo pelo oscuro hacia atrás para que pudiera ver mejor sus labios apretados
alrededor de esa gruesa polla negra, parecía que solo podía llevarse menos de
la mitad a la boca, Taylor acaricio suavemente su pelo y sus hombros y comenzó
a respirar profundamente, claramente se divertía.
Una
vez que la saliva de la baronesa goteo hasta la base de su polla le dijo que se
recostara en su cama, colocando cruelmente un pie con tacón sobre el pecho de
Carl, lo empujo lejos del borde la cama, su trabajo estaba hecho por ahora pero
parecía que se le permitía mirar.
Se
sentó a horcajadas sobre Taylor agarrando firmemente su gruesa erección e
inserto la punta en su húmedo coño, con mucho cuidado bajo lentamente y dejo
escapar algunos jadeas que podrían haber sido una combinación de dolor y
placer, su culo pálido y curvilíneo con su caderas estaban bellamente
enmarcadas por su liguero, ya que parecía como si se estuviera empalando
lentamente en esa enorme polla negra, solo tomo aproximadamente la mitad antes
de sacar un poco, aparentemente encontrando una profundidad cómoda para ella,
comenzó a montar lentamente a su esclavo.
Normalmente
ella comenzaría a acariciarse frotando suavemente su clítoris hasta tener un
orgasmo y seria responsabilidad de su esclavo no correrse hasta que eso sucediera,
sin embargo esta vez mantuvo sus manos plantadas sobre el músculos pecho del
esclavo, llevar su grueso pene un poco mas profundo cada vez parecía ser toda
la estimulación que necesitaba.
Cuando
ella lo introdujo por completo mi polla estaba dolorosamente apretando dentro
de mi dispositivo de castidad, ella se sentó encima de su esclavo, su enorme erección
le lleno por completo y lentamente comenzó a girar su caderas, su respiración
se hizo entrecortada mientras gemía profundamente.
Luego
comenzó a montar su polla a un ritmo moderado casi sacándola y luego
deslizándose completamente hacia adentro cada vez, su coño ahora se estiro para
acomodar esa enorme polla negra, ella estaba mojada de excitación, sus jugos brillaban
en la polla, “Es un poco tarde para eso” de repente ella se rio de Carl que
todavía estaba arrodillado junto a la cama, mire y vi que se le había puesto
dura con las manos esposadas a la espalda bien podría haber estado en castidad
como yo, mientras esperaba que ella montara esa gran polla negra hasta llegar
al clímax, ella desmonto y le murmuro algunas instrucciones que no pude
escuchar.
La
baronesa se acostó boca arriba y abrió ampliamente las piernas, solo pude
vislumbrar rápidamente su coño abierto y húmedo antes de que Taylor me bloquea
mi vista, él entró en ella lentamente, ella inclino la pelvis y levanto las
rodillas para poder entrarlo por completo, con sus tacones de aguja negros
apuntando al techo, él comenzó a follarla, lentamente y apasionadamente con
largas embestidas decididas, ella comenzó a emitir profundos jadeos ahogados
mientras su esclavo aceleraba el paso, conocía ese sonido y ella estaba a solo
unos momentos de un poderoso orgasmo, le ordeno que la follara más fuerte.
Él
obedeció golpeando violentamente su polla contra sus pelotas, empujando su
trasero hacia las sabanas de satén con cada golpe, su piel oscura brillaba por
el sudor y sus piernas enfundadas en nailon temblaban cuando ella dejo escapar
una serie de gemidos orgásmicos.
Ella
continúo jadeando pesadamente mientras su esclavo continuaba empujando
fuertemente dentro de ella, golpeando repetidamente su trasero contra la cama,
estaba seguro de que mis pelotas estaban azules, unidas en la base por mi dispositivo
de castidad y mi pene estaba comprimido dolorosamente por dentro.
Luego
él dio varios gruñidos profundos y desacelero el paso mientras se corría, ella
bajo las piernas con los tacones de aguja plantados en las sabanas de satén
mientras la violenta follada disminuía como un tren de carga que se detiene,
“Bien hecho” dijo sin aliento y él saco su polla medio dura que goteaba en ese
momento normalmente me pedían que le pasara una toalla pequeña para que se
pudiera limpiar pero esta vez tenia otros planes, ella se levanto y se sentó en
el borde de la cama, con las piernas abiertas frente a la cara de Carl lo
agarro bruscamente por el pelo corto y lo atrajo hacia su coño goteante.
“límpiame,
esclavo” ordeno, “No intentes darme un orgasmo solo lame el semen” de repente
ella se volvió hacia mí, “Susi, muéstrale la puerta a mi esclavo sexual” Taylor
siguió el ejemplo se levanto de la cama rápidamente y comenzó a vestirse, solo
tuve aproximadamente un minuto para ver a Carl humillado lamiendo el semen de
otro hombre, un castigo que supongo era el adecuado para él.
Lo
acompañe hasta la puerta sabiendo que probablemente lo volvería a ver pero sin
estar seguro de que la baronesa pudiera soportar a una bestia follandola así,
excepto en raras ocasiones, un esclavo verdaderamente obediente, se fue sin
decir una palabra, cuando subí las escaleras me ordeno servir el ultimo vino en
la copa, Carl todavía estaba ocupando, limpiando su coño y era obvio que no disfrutaba
la tarea.
En
muy raras ocasiones ella me había permitido masturbarme y correrme sobre sus
zapatos o botas de tacón, había sido un honor y un privilegio, pero con eso
vino la responsabilidad de limpiar mi desastre, para la baronesa eso
significaba que tenia que lamer mi propio semen de sus zapatos si bien no me
importaba el sabor y la textura viscosa al menos era mi propio semen, la idea
de lamer el coño reciente bollado de ella mientras las gotas de semen de otro
hombre brotaba de mi boca era repugnante y ella se estaba asegurando de que
Carl lamiera cada gota.
Finalmente
ella lo aparto y me ordeno que le pasara una bata, seleccioné una larga de satén
negro de su armario y se la puse sobre los hombros, se quito los zapatos negro,
recogió las predas de Carl y comenzó a tirarlas por la puerta del dormitorio y
escaleras abajo.
“Ahora
baja tu lamentable trasero” le dijo a Carl, “Susi refresca mi habitación y
luego podrás despedirte”
Carl,
con la barbilla mojada por los jugos de ella y el semen de Taylor se levanto con cuidado con
las manos todavía esposadas a la espalda, los dos bajaron las escaleras, recogí
sus zapatos del suelo, el charol negro todavía estaba caliente por su pies y
los sostuve uno a la vez sobre mi nariz para inhalar profundamente el aroma de
su sudor, no cualquier sudor de pies, sino el olor de sus pies que habían
estado en esos zapatos sexys mientras recibían lo que pudo haber sido el polvo
mas duro de su vida, el olor era embriagador podía sentir mi dolorida polla intentar
una vez más en vano endurecerse dentro de mi dispositivo de castidad, a pesar
de la incomodidad y aunque no me habían ordenado hacerlo lamí lentamente y
amorosamente esos zapatos antes de colocarlos en su lugar en un estante del
armario de la baronesa.
Las
sabanas de satén estaban desordenadas sobre la cama y el edredón a juego se había
caído formando una brillante pila en el suelo, había dos puntos húmedos
distintos en las sabanas, uno en el que los jugos de la baronesa goteaban de su
coño y bajaban por su culo mientras la follaban, no pude resistirme a enterar
mi nariz en esa mancha húmeda absorbiendo profundamente el aroma de su
excitación almizclada.
El
segundo punto húmedo era mas pequeño y estaba en un borde de la cama, donde había
obligado a Carl a lamerla hasta dejarla limpia, ahora estaba abajo, donde la
baronesa le estaba regañando brutalmente, me di cuenta de que había estado
perdiendo el tiempo para mi propio placer, sabiendo que ella no toreaba esto,
rápidamente quité las sabanas de la cama y la rehíce.
Las
sabanas nuevas también eran de satén pero de un color burdeos intenso, con un edredón
a juego, tuve que hacer la cama rápidamente debido al tiempo perdido, pero pude
hacer un trabajo limpio que paso cualquiera de sus inspecciones regulares,
cuando baje las escaleras y entre en la sala de estar, Carl estaba de rodillas
ante la baronesa él estaba rogando y suplicándole que le diera otra oportunidad
como su esclavo personal.
Mientras
bajaba a la habitación de la criada pensé que era un idiota, no podía
imaginarme regresar con tanta presión para logra una erección y satisfacerla
sabiendo ahora que tipo de castigo humillante le esperaría si fallaba, después
de quitar el maquillaje y ponerme mi ropa normal, guarde mi uniforme y ropa
interior femenina en la bolsa de la lavandería en la repisa de mi armario, se
estaba llevando así que me la llevaría a casa, no me permitía lavar mi propia
ropa cuando estaba con ella, de vuelta en la sala de estar, la baronesa parecía
estar de buen humor, escuche a Carl irse, sin decir una palabra me entrego la
pequeña llave de mi dispositivo de castidad.
Con
gran alivio me abrí los pantalones, me quite el artilugio y lo deje caer en mi
bolsa, a pesar de estar flácido me dolía por estar confinado mientras estaba
tan excitado, puede que tuviera que sumergirme en un baño caliente por un
tiempo cuando llegara a casa, pero me moría
por masturbarme recordando a Taylor dándole a la baronesa la follada de
su vida con su enorme polla negra mientras Carl miraba impotente, supe que
tendría un orgasmo lo suficientemente poderoso como para rivalizar con
cualquier esclavo sexual.
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