sábado, 2 de septiembre de 2023

Reclutando CAPITULO 4

 

Estaba desnudo viendo como ellas se lo montaban. Durante años eso había sido mi mayor fantasía, siempre me había preguntado que se sentía al hacer un trió, algunas veces había fantaseando pensándolo, lo que yo no pensaba es que me vestirían como a una de ellas, si que alguna vez me había puesto unas bragas de mi novia para experimentar. Todo aquello era una enorme carga sensorial, la verdad es que estaba muy excitado. Cuando ellas tuvieron el orgasmo, pensé que ahora era mi turno pero es vez de eso una de ellas me agarro de mis pelotas, podía sentir como mi pene estaba erecto, una de ellas dijo, "Creo que hemos descubierto algo que nuestra pequeña zorra se excita un montón, eres muy viciosa pequeña zorrita", con eso me pellizco el pezón. Después mi novia dijo, "¿Y ahora que vamos hacer con ella?" a la que la otra respondió, "Ya sé lo que podemos hacer, vamos a pintarle las uñas para que estén bonitas"

Me ordenaron que me pusiera de pie y caminara hacia el tocador. Me acercaron a una pequeña mesa donde había una pequeña caja me dijo que la abriera. Hice lo que me dijeron y la pusieron a mi lado. Puse ambas manos hacia abajo en la mesa y unas correas de cuero me las aseguraron a la mesa juntamente con mis brazos, para que no pudiera moverme, estaba sentado en un taburete de madera, cogieron mis piernas las separaron utilizando algún tipo de barra para que no pudiera cerrarlas y ataron los tobillos a esa barra.

Con mis brazos delante de mí y mis piernas totalmente separadas a cada lado estaba completamente inmovilizado. Cada chica procedió a coger cada extremidad a la vez y ponerme unas uñas posticas más largas. Mis dos manos quedaron con unas uñas largas femeninas y pintadas de color rosa fuerte. Mis pies las pintaron de color naranja brillantes fluorescente. Las dos chicas se apartaron y se rieron de la posición en que estaba. "Ahora vamos a ver lo bien que te quedan esas uñas y como te las arreglas", dijo mi novia.

Yo siempre había intentado a animarla que se dejara crecer las uñas. Ella siempre me decía lo engorroso que era tener las uñas largas y mi comentario típico era "que yo no la entendía". Ahora era mi turno. Las dos chicas me dejaron un breve periodo de tiempo y cuando regresaron tenían un pequeño tazón y una jeringa. La era para extraer un liquido naranja del tazón y procedieron a introducirlo en mi garganta. Una de las chicas tapo mi nariz para que tragara lo que me habían colocado en la jeringa.

Después de unos cinco minutos de que me pusieran todo el liquido en la boca sentí como mi hombría se ponía tiesa, mi polla estaba en pleno apogeo. "!oh, mucho mejor, vamos a necesitar que este así toda la noche!", se rio mi novia. Me quitaron las ataduras de la barra de separación y me liberaron mis brazos y me ordenaron que me pusiera de pie. Deslizaron en mis pies un par de zapatos de tacón transparentes, y se fueron al armario. "Creo que esto le quedara bien", dijo mi novia.

Ella había elegido para mí una ropa que ella sabía que yo me encantaba. Era un completo vestido súper largo. Yo siempre le había felicitado por los sexy que se la veía con ese tipo de vestido se le veía más mujer y ella siempre me había dicho que era incomodo muy restrictivo para llevarlo. ¿Me importaba?, no nunca.

Bueno, pues ahora era mi turno para ver lo que era ese vestido. Me lo pusieron, yo apenas podía caminar con ese vestido tan apretado. Ambas chicas disfrutaron viendo como intentaba andar con el vestido y los zapatos de tacón, entre risas me ordenaron que fuese por el pasillo y que cogiera una baraja de cartas que estaba en la mesa del vestíbulo. Me di cuenta de ese vestido era de verdad muy incomodo y realmente apretaba. Allí estaba yo vestido como una mujer con esa protuberancia que sobre salida de mis partes, demostrando que de verdad era un hombre y además excitado, era vergonzoso y humillante, aparte de doloroso, y además solo podía dar pequeños pasos.

Las chicas se turnaban para hacerme bromas, pellizcarme mis pezones que estaban duros como garbanzos, y masajeándome la polla varias veces, tuve varios orgasmos y la polla seguía mirando hacia el frente haciendo una tienda de campaña en el vestido, que se había manchado con el semen y se veía una vergonzosa mancha en el. Mi polla me dolía, al igual que mis pezones pero ellas no se preocupaban de mi dolor, querían darme una lección. "Ahora querida, vamos a jugar a un pequeño juego. Se llama 52 tarjetas en el suelo", dijo mi novia. Ella me dio la baraja de cartas. "Vas a tener 60 segundos para recoger todas las cartas del suelo y por cada tarjeta que no cojas, será un azote en tu culo". Antes de que pudiera protestar me abofetearon haciendo que soltara las cartas y quedaran extendidas por todo el suelo.

Trate de arrodillarme para recoger las cartas, pero entre el vestido ajustado, los tacones y mis nuevas uñas apenas pude conseguir de coger la mitad de las cartas. "!Oh, no, que pena, parece que vamos a tener que darte diez azotes en el culo!". Me llevaron a la cama donde me ataron mis brazos detrás de mi espalda. Oí contar a mi novia UNO y seguido de una punzada en mi trasero como un aguijón me picara.

La otra chica cogió una especia de paleta que parecía un pequeño remo y se acerco a mí. Luche para tratar de liberarme, pero fue en vano. Mis tobillos estaban unidos otra vez a aquella barra y los brazos estaba fuertemente atados a mi espalda, todo lo que podía hacer era ver como se acercaba y morder la cama, mientras oía contar cada tortazo.

Cuando llego a los cinco azotes mi trasero comenzó a arder. Mi novia se puso a masajear mis nalgas y eso aun empeoraba la situación. "Lo sé, lo sé, tengo algo que va a quitarte de la cabeza esa paliza". Salió de la cama mientras su amiga administraba el sexto golpe. Oí como se reían pero no me podía dar la vuelta para ver de que se estaba riendo.

Cualquier cosa que estuvieran tramando seguramente significaba más problemas para mí.

FIN DE LA PRIMERA PARTE DEL CAPITULO 4

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