Estaba
desnudo viendo como ellas se lo montaban. Durante años eso había sido mi mayor fantasía,
siempre me había preguntado que se sentía al hacer un trió, algunas veces había
fantaseando pensándolo, lo que yo no pensaba es que me vestirían como a una de
ellas, si que alguna vez me había puesto unas bragas de mi novia para
experimentar. Todo aquello era una enorme carga sensorial, la verdad es que
estaba muy excitado. Cuando ellas tuvieron el orgasmo, pensé que ahora era mi
turno pero es vez de eso una de ellas me agarro de mis pelotas, podía sentir
como mi pene estaba erecto, una de ellas dijo, "Creo que hemos descubierto algo que nuestra pequeña zorra se excita un montón,
eres muy viciosa pequeña zorrita", con eso me pellizco el pezón. Después
mi novia dijo, "¿Y ahora que vamos
hacer con ella?" a la que la otra respondió, "Ya sé lo que podemos hacer, vamos a pintarle
las uñas para que estén bonitas"
Me
ordenaron que me pusiera de pie y caminara hacia el tocador. Me acercaron a una
pequeña mesa donde había una pequeña caja me dijo que la abriera. Hice lo que
me dijeron y la pusieron a mi lado. Puse ambas manos hacia abajo en la mesa y
unas correas de cuero me las aseguraron a la mesa juntamente con mis brazos,
para que no pudiera moverme, estaba sentado en un taburete de madera, cogieron
mis piernas las separaron utilizando algún tipo de barra para que no pudiera
cerrarlas y ataron los tobillos a esa barra.
Con
mis brazos delante de mí y mis piernas totalmente separadas a cada lado estaba
completamente inmovilizado. Cada chica procedió a coger cada extremidad a la
vez y ponerme unas uñas posticas más largas. Mis dos manos quedaron con unas
uñas largas femeninas y pintadas de color rosa fuerte. Mis pies las pintaron de
color naranja brillantes fluorescente. Las dos chicas se apartaron y se rieron
de la posición en que estaba. "Ahora
vamos a ver lo bien que te quedan esas uñas y como te las arreglas", dijo
mi novia.
Yo
siempre había intentado a animarla que se dejara crecer las uñas. Ella siempre
me decía lo engorroso que era tener las uñas largas y mi comentario típico era
"que yo no la entendía". Ahora
era mi turno. Las dos chicas me dejaron un breve periodo de tiempo y cuando
regresaron tenían un pequeño tazón y una jeringa. La era para extraer un
liquido naranja del tazón y procedieron a introducirlo en mi garganta. Una de
las chicas tapo mi nariz para que tragara lo que me habían colocado en la
jeringa.
Después
de unos cinco minutos de que me pusieran todo el liquido en la boca sentí como
mi hombría se ponía tiesa, mi polla estaba en pleno apogeo. "!oh, mucho mejor, vamos a necesitar que este
así toda la noche!", se rio mi novia. Me quitaron las ataduras de la
barra de separación y me liberaron mis brazos y me ordenaron que me pusiera de
pie. Deslizaron en mis pies un par de zapatos de tacón transparentes, y se
fueron al armario. "Creo que esto le
quedara bien", dijo mi novia.
Ella
había elegido para mí una ropa que ella sabía que yo me encantaba. Era un
completo vestido súper largo. Yo siempre le había felicitado por los sexy que
se la veía con ese tipo de vestido se le veía más mujer y ella siempre me había
dicho que era incomodo muy restrictivo para llevarlo. ¿Me importaba?, no nunca.
Bueno,
pues ahora era mi turno para ver lo que era ese vestido. Me lo pusieron, yo
apenas podía caminar con ese vestido tan apretado. Ambas chicas disfrutaron
viendo como intentaba andar con el vestido y los zapatos de tacón, entre risas
me ordenaron que fuese por el pasillo y que cogiera una baraja de cartas que
estaba en la mesa del vestíbulo. Me di cuenta de ese vestido era de verdad muy
incomodo y realmente apretaba. Allí estaba yo vestido como una mujer con esa
protuberancia que sobre salida de mis partes, demostrando que de verdad era un
hombre y además excitado, era vergonzoso y humillante, aparte de doloroso, y además
solo podía dar pequeños pasos.
Las
chicas se turnaban para hacerme bromas, pellizcarme mis pezones que estaban
duros como garbanzos, y masajeándome la polla varias veces, tuve varios
orgasmos y la polla seguía mirando hacia el frente haciendo una tienda de
campaña en el vestido, que se había manchado con el semen y se veía una
vergonzosa mancha en el. Mi polla me dolía, al igual que mis pezones pero ellas
no se preocupaban de mi dolor, querían darme una lección. "Ahora querida, vamos a jugar a un pequeño
juego. Se llama 52 tarjetas en el suelo", dijo mi novia. Ella me dio
la baraja de cartas. "Vas a tener 60
segundos para recoger todas las cartas del suelo y por cada tarjeta que no cojas,
será un azote en tu culo". Antes de que pudiera protestar me
abofetearon haciendo que soltara las cartas y quedaran extendidas por todo el
suelo.
Trate
de arrodillarme para recoger las cartas, pero entre el vestido ajustado, los
tacones y mis nuevas uñas apenas pude conseguir de coger la mitad de las
cartas. "!Oh, no, que pena, parece
que vamos a tener que darte diez azotes en el culo!". Me llevaron a la
cama donde me ataron mis brazos detrás de mi espalda. Oí contar a mi novia UNO
y seguido de una punzada en mi trasero como un aguijón me picara.
La
otra chica cogió una especia de paleta que parecía un pequeño remo y se acerco
a mí. Luche para tratar de liberarme, pero fue en vano. Mis tobillos estaban
unidos otra vez a aquella barra y los brazos estaba fuertemente atados a mi
espalda, todo lo que podía hacer era ver como se acercaba y morder la cama,
mientras oía contar cada tortazo.
Cuando
llego a los cinco azotes mi trasero comenzó a arder. Mi novia se puso a
masajear mis nalgas y eso aun empeoraba la situación. "Lo sé, lo sé, tengo algo que va a quitarte
de la cabeza esa paliza". Salió de la cama mientras su amiga
administraba el sexto golpe. Oí como se reían pero no me podía dar la vuelta
para ver de que se estaba riendo.
Cualquier
cosa que estuvieran tramando seguramente significaba más problemas para mí.
FIN
DE LA PRIMERA PARTE DEL CAPITULO 4
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