Un gran día se
acercaba a Juan. El chico había sido invitado a un baile de una preciosa
muchacha que se hacía en un internado. Cuando salido de la ducha, agarro una
camisa, unos pantalones holgados, y después jugo un rato con la Xbox. Juan se estaba irritando ya que estaba haciendo
una puntuación más baja de la acostumbrada, su cabeza no estaba en el juego. La
tenia puesta en aquella chica Alicia, era como se llamaba.
La conoció un día
en el centro comercial, el caminaba mirando alrededor, lanzando miradas
extrañas a las tiendas. Pasando de largo de una tienda de vestidos de fiesta,
cuando de golpe se le puso una chica delante de una de esas tiendas, una chica
guapa con una bonita falda plisada con tela tipo escocesa, y una blusa blanca
se veía que era algún tipo de uniforme, pero sus zapatos de tacón alto decía
que no era precisamente una chiquilla.
“Hola
Soy Alicia!”. La chica hablo
primero…. Juan se quedo un poco aturdido. El nunca había tenido mucha suerte
con las chicas, siempre le había faltado la confianza con ellas. El hecho de
que ella se le acercada a él era sin duda un punto a favor.
“Hola,
soy Juan”. Alicia sonrió en respuesta, sus labios glosados empujaban
algunos pómulos preciosos.
“Siento tan….. Bueno.
Voy a una universidad solo para chicas, y necesito una pareja para el baile de
fin de curso. ¿Quieres venir conmigo?” los ojos de
Alice le miraban fijamente. Era muy honesta y sus ojos le miraban suplicantes…
¿Cómo no podría decir Juan que no?.
Volviendo a la
realidad, Juan se dio cuenta que estaba perdiendo en si juego de la Xbox. Él lo
apago, se puso su esmoquin, y se fue a buscar a Alice en coche.
El baile estuvo
muy bien fue muy divertido. Una gran cantidad de chicas vestidas de color rosa,
que eran todas de la fraternidad de la universidad, Juan estaba cómoda allí. Él
y Alicia se fueron a su cuarto. Donde ella se quiera deshacer de la cremallera del
vestido, dejando al descubierto el cuerpo para que Juan lo pudiera ver mejor.
“….así
tengo pelos aquí abajo, se vuelve una cosa tonta,” Alice dijo
finalmente.
“¿eso
es malo?”
“..Es, en
realidad. Me siento como un gato. Tal vez, si te doy un agradecimiento especial
si me ayudar a afeitar este pelo que no llego?
Esos ojos
suplicantes… y el propio juego. Juan no iba a rechazar. Y tampoco lo hizo
Alice.
“…eres
una chica maravillosa…Alicia”
“Está mal pedir
algo, y no dar nada a cambio!”. Alicia lo soltó, cacareando.
“supongo que sí!”
“…¿alguna vez
pensaste que te verías bien con unos tejanos ajustados?”
“ya los he probado
antes, pero después en el lavado aun quedaban más ajustados. Y pensé mejor
comprar las sueltos”
“…cuando uses los
estrechos, llámame que te daré otro pequeño agradecimiento”.
Y como se podía
negar Juan?
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